Jesús de Nazaret fue un predicador judío,
fundador de la religión cristiana, que vivió a comienzos del siglo I en las
Provincias de Galilea y Judea, pertenecientes al Imperio Romano y que fue crucificado
en Jerusalén en el año 33, bajo el gobierno del praefectus romano Poncio
Pilato, siendo emperador Tiberio.
El nombre de Cristo significa en griego
«el ungido» y viene a ser un título equivalente al de Mesías. Sus seguidores lo consideran el hijo de Dios. Los
judíos niegan su divinidad y los musulmanes lo consideran un profeta.
Establecidos en Nazaret, Provincia de
Galilea, sus padres, el carpintero José
y su esposa María, se encontraban casualmente en Belén para inscribirse en un
censo de población cuando nació Jesús. El relato en la biblia, rodea este
nacimiento con una serie de prodigios que forman parte de la fe cristiana, como
la genealogía que le hace descender del rey David, la virginidad de María, la
anunciación del acontecimiento por un ángel y la visita de tres astrónomos de
Oriente.
La familia vivió unos años en Egipto,
huyendo de la persecución del rey Herodes El Grande, pero una vez fallecido
este, regresa a Nazaret donde Jesús oficiará como carpintero hasta los 30 años.
A esa edad, inicia su actividad pública uniéndose
a las predicaciones de su primo Juan el Bautista que al bautizarlo en el río
Jordán lo señaló como encarnación del Mesías prometido por Dios a Abraham.
Tras el bautismo y un retiro de 40 días
en el desierto, Jesús comenzó su predicación. Se dirigió principalmente a la
gente pobre, entre los que reclutó a un grupo de adeptos llamados los doce
apóstoles, con los que recorrió Palestina.
Predicó una revisión de la religión
judía basada en el amor al prójimo, el desprendimiento de los bienes
materiales, el perdón y la esperanza de vida eterna; el llamado Sermón de la
montaña, con sus bienaventuranzas, resume su mensaje.
Su popularidad y su enfrentamiento con
los fariseos que manejaban el Sanedrín
(Consejo supremo nacional y religioso de los judíos), llevó a que estos lo
denunciaran ante Poncio Pilato, praefectus de la Provincia romana de
Judea, acusándolo de haberse proclamado públicamente Mesías y rey de los judíos,
a pesar de que Jesús siempre decía que «mi reino no es de este mundo»
refiriéndose al «reino de Dios», no poniendo en cuestión los poderes políticos
constituidos.
Alertado Jesús de este complot y al
parecer, conocedor de su fin, fue a Jerusalén para celebrar la Pascua. En el
templo, expulsó a los mercaderes y finalmente, celebró una última cena para
despedirse de sus discípulos; Fue apresado mientras oraba en el Monte de los
Olivos, al parecer debido a la traición de uno de ellos, Judas, que indicó a
los sacerdotes el lugar para capturarlo.
Comenzaba así un
proceso judicial, que los cristianos llaman ‘Pasión de
Cristo’, con una parte religiosa por los judíos y otra penal por el praefectus romano, Poncio Pilatos, que le llevaría a la
muerte por crucifixión.
La cruz, instrumento de suplicio usual en la época, se
convirtió después en símbolo básico de la religión cristiana.
1. Contexto histórico.
Jesús nació el 25 de diciembre del año 1
en Belén, Judea, cuando ese país estaba bajo el imperio romano y Octavio
Augusto reinaba desde hacía 29 años. Ese imperio abarcaba Britania, Galia,
España, Suiza, los países situados al sur del Rio Danubio, Italia, Grecia,
Turquía, Asia Menor y el Norte de África.
Los emperadores implantaron un gobierno
absoluto, concentrando en ellos todos los poderes políticos, militares,
religioso y administrativos. Esta etapa se inició en el año 29 a.C con el
gobierno de Augusto (Octavio) y concluyo con el gobierno del último emperador
romano Rómulo Augústulo en el año 476 d.C. debido a las invasiones bárbaras del
siglo V.
Para la época de la muerte de Jesús en
el año 33, el Imperio Romano estaba regido por el emperador Tiberio, que
gobernó desde el año 14 hasta su muerte el 16 de marzo del año 37. Fue el
segundo emperador de Roma y perteneció a la dinastía Julio-Claudia.
La nación judía a la que Jesús
pertenecía, era, desde el año 6 d.C., una Provincia gobernada por los romanos a
través de un praefectus con facultades para dictar sentencia de muerte
dentro de un procedimiento penal, pues los romanos permitían que las
autoridades judías administraran los asuntos ordinarios incluidos los
judiciales, función que ejercía el Sanedrín,
pero el llamado ius gladii o derecho de espada (facultad de condenar a muerte),
era privilegio exclusivo de Roma.
1.1. Sociedad palestina en tiempos de
Jesús de Nazaret.
Jesús nació y vivió en el Oriente Medio
llamado aún hoy Palestina (país de los filisteos), que estaba dividida en 4
Provincias: Galilea, Samaria, Judea y Perea.
Jesús de Nazaret era de Judea por
nacimiento y de Galilea por domicilio. Los galileos eran campesinos y
pescadores y en su región había mucho intercambio comercial con otras etnias y
culturas, lo que los hacía menos estrictos con la religión, cosa que no pasaba
con los judíos de Judea, que eran religiosos escrupulosos.
La población judía en Palestina estaba
dividida en grupos dependiendo de su forma de vivir la religión de Israel:
-Los Fariseos eran los más
apreciados por el pueblo. Eran estrictos en las leyes judías de pureza
sacerdotal que practicaban en su vida cotidiana. Esperaban al ‘Mesías’.
-Los Levitas (miembros de la
tribu de ‘Leví), en su mayoría sacerdotes pobres.
-Los Saduceos, eran miembros de
familias sacerdotales, cultos, ricos y aristócratas. De entre ellos eran los
sumos sacerdotes que representaban al pueblo judío ante Roma. Hacían una interpretación
muy sobria de la Torah. No gozaban de la popularidad ni el afecto popular de
los Fariseos, pero tenían poder religioso y político y eran muy influyentes.
-Los Escribas o Doctores, expertos
en la interpretación y aplicación de la ley judaica.
-Los Zelotes nombre que alude a
su ‘celo por Dios’, eran radicales violentos de las capas más pobres y ejercían
el terrorismo contra los romanos. Algunos discípulos de Jesús como Simón el
Celote y Judas Iscariote habían pertenecido a este grupo.
-Los Esenios rechazaban el culto
oficial que se hacía en el templo de Jerusalén. Vivian aislados para conservar
la santidad. Eran una especie de monjes. Se les ha asociado con Jesús pero no
hay pruebas de esto.
-Los Samaritanos, los
Republicanos (recaudadores de impuestos para Roma), los Gentiles
(habitantes paganos) y los leprosos, locos, prostitutas y epilépticos (endemoniados),
eran población marginada. Jesús nunca los rechazó.
1.2. La Pascua Judía.
La Pascua o Pésaj, es una festividad
solemne que los judíos aún celebran durante 15 días, evocando la libertad del
pueblo hebreo de la esclavitud de Egipto, relatada en el libro del Éxodo, en la
Biblia.
Jesús va a Jerusalén que era el centro
religioso de Judea por estar allí el Templo, a celebrar la Pascua y es ahí
cuando lo apresan. Para esa fecha, se estima que unos 180.000 judíos llegaban a
la ciudad que tenía unos 80 mil habitantes, lo que producía tensión en las
autoridades romanas. El praefectus romano que residía en Cesárea
se trasladaba a Jerusalén con su tropa por miedo a rebeliones, presencia que
causaba malestar en los judíos.
1.3. El juzgamiento en el derecho judaico.
El poder judicial y religioso lo ejercía
el Sanedrín, que era un consejo de 70 ancianos dirigido por un
sacerdote. El Sanedrín regulaba la
vida religiosa de la población; representaba al pueblo judío y ejercía función legislativa
y judicial sin sentencias de muerte que era potestad romana.
En la época de Jesús el Sanedrín de Jerusalén estaba formado por
71 miembros saduceos (sacerdotes y laicos), aristócratas y sabios fariseos. Su
autoridad estaba restringida a las 11 regiones de Judea, por eso, no tuvo
jurisdicción sobre Jesús mientras él estuvo en Galilea u otras ciudades.
Los delitos más graves de competencia
del Sanedrín eran la idolatría, el
adulterio, la profanación del templo, blasfemia y alterar el orden social.
El Sanedrín
tenía ciertos poderes para realizar detenciones, y contaba con su propia
policía, podía juzgar casos criminales y ejecutar sentencias menores pero como
Octavio Augusto había otorgado permisividad religiosa en todo el imperio, el Sanedrín no tenía derecho de coaccionar
la libertad de religión.
Los juicios del Sanedrín de Jerusalén no podían tener lugar el sábado ni la víspera
del sábado o día festivo, pues no podía dictarse sentencia sino al día
siguiente al del juicio. Los juicios eran públicos, de día y orales (en
arameo).
Los miembros del Sanedrín se reunían en
una sala fuera del recinto del templo. Se sentaban en semicírculo y delante se
hacían los dos secretarios del tribunal, que tomaban nota de las acusaciones y
de los alegatos en favor del acusado.
Detrás había tres hileras de asientos
donde podían sentarse los estudiantes para rabinos a escuchar los juicios. El
acusado debía adoptar una postura humilde, llevar el pelo suelto y ropas
oscuras.
Primero se formulaban los alegatos a
favor y se traían a los testigos que hablaban favorablemente del reo, luego se
escuchaba a la parte contraria. En los casos de pena capital, los estudiantes sólo
podían intervenir de modo favorable, pero no en contra. En el resto de casos,
podían actuar en defensa o en contra del prisionero.
El sistema judicial judío estaba basado
en la Ley de Moisés (la Torah) a la cual los rabinos habían añadido un gran
número de leyes orales que después fueron recopiladas en el Talmud.
Quien creyera que se había violado una
ley tenía que formular los cargos ante un tribunal en sus sesiones regulares.
Los tribunales no actuaban de fiscales, sino que se limitaban a investigar las
acusaciones. Los únicos fiscales eran los testigos del supuesto delito. El
proceso se abría solo cuando concordaban las declaraciones de un mínimo de dos
testigos, cuyo testimonio constituía el cargo y conducía al arresto (Deuteronomio
19:15).
Las reglas en los procesos judiciales
judíos eran:
· En
los procesos de pena capital, primero se escuchaban los argumentos de
absolución.
· Los
jueces podían pelear a favor del acusado pero no en su contra.
· Los
testigos se interrogaban por separado. El testimonio tenía que concordar en
todos los datos esenciales del acto imputado (fecha, lugar, hora, etc.).
· Un
mínimo de 23 jueces atendían los casos. Comenzando por el de menor antigüedad,
los jueces votaban uno a uno por la absolución o la condena; los escribas
anotaban las alegaciones tanto a favor o en contra.
· Se
requería un voto de diferencia para absolver al acusado pero dos votos de
diferencia para condenarlo; si la mayoría ganaba por un solo voto a favor de la
condena, se añadían dos jueces, tantas veces como fuera necesario, hasta que se
llegara a una decisión legalmente válida.
· Si
no había al menos un juez a favor del acusado, el veredicto de culpabilidad no
era válido; un veredicto unánime de condena se consideraba “indicio de
conspiración”.
1.4. El juzgamiento en el derecho
romano.
El poder público romano tenía gran
organización judicial basada en la Ley de las Doce Tablas, el Epistolario
Jurídico, la Pretura Peregrina, el Primer Tratado Sistemático de Derecho y en
Las Leyes.
La Pretura Peregrina, era encargada de
la administración de justicia en los procesos en los que una de las partes o
ambas eran extranjeros, aplicando el ius gentium.
Los procesos judiciales Romanos se
basaban en el procedimiento formulario, fórmulas jurídicas para que las partes
las utilizaran en sus actos jurídicos y en sus procesos. Este sistema de
impartir justicia debía ser acatado en todas las Provincias dominadas por Roma,
incluyendo Judea y Galilea, por ser Derecho vigente.
Bajo este sistema, la impugnación de una
sentencia injusta podía pedirse por veto de los tribunos, por la intercesión de
los cónsules, por la restitución íntegra, por la revocación o por la apelación
(este último recurso se originó en este sistema, pero se desarrolló en el
extraordinario).
El Derecho romano desconocía la
jerarquía o gradación de leyes pero existía la intercessio que
era la facultad de los magistrados y Tribunos de la Plebe de vetar las
decisiones de sus colegas en caso que fuera contrario a las leyes o por violar
alguna garantía del gobernado.
La homine libero exhibendo era un
interdicto del Pretor llenando lagunas para proteger y amparar la libertad del
detenido pero se seguía el procedimiento criminal conforme a la Ley Favia. Con
esta acción interdictal había restitución provisional de la libertad al
ofendido, ordenada por el Pretor.
La Lex maiestatis se estableció por
motivos de traición y se refería a cualquier cosa que pudiera “disminuir la
majestad del pueblo romano”. Restringía la libertad de expresión y el derecho a
criticar al emperador.
El delito de Laesae maiestas
era sancionado con pena de muerte. Todo acto en contra de la soberanía de Roma,
como ser un agitador de la población, un evasor fiscal o querer apoderarse del
poder público eran tres actos anti-sociales tipificados por este delito,
castigados con la crucifixión que el Senado de Roma y el emperador Tiberio
habían confirmado cuando sucedió el proceso penal en contra de Jesús de
Nazaret.
Atañidos con el delito de Laesae
maiestas,
estaban el Soladiciorum, asociación para fines ilícitos, la Seditio,
delito de causar tumultos o clamores populares y el Receptatorum, encubrimiento, crímenes todos que también
tenían pena de muerte.
2. Fuentes históricas.
Para analizar el proceso contra Jesús de
Nazaret, los datos han sido recogidos de tres fuentes:
a) Evangelios 'canónicos' de la biblia.
Los cuatro evangelios y Los Hechos de los Apóstoles, aportan valiosa
información.
b) Evangelios 'apócrifos' que recogen
tradiciones orales de las primeras comunidades cristianas.
c) Antiguo testamento y Fuentes
Rabínicas que plasmaron los doctores judíos sobre la Mishná y el Talmud que
informan sobre el sistema procedimental de la época.
d) Fuentes romanas históricas, jurídicas
y literarias como la del historiador judío-romano Flavio Josefo y el
historiador y senador romano Tácito que se refiere a Jesús, su ejecución por
Poncio Pilato y la existencia de los primeros cristianos en Roma, en una página
de su obra final, Anales (WIKIPEDIA, 2018).
Tanto la edad de Jesús como la época de
su nacimiento no han sido confirmados con exactitud.
3. Hechos.
Como se dijo antes, Jesús
era de Judea por haber nacido en Belén pero galileo por domicilio por ser sus
padres de Nazaret y haber vivido él allí por 30 años, cuando comienza su
prédica.
Y es allí donde empieza el
conflicto cuando en la Sinagoga (lugar de culto judío), se señala a sí mismo
como "Aquel sobre el que se cumple el anuncio del Mesías", como había
escrito el profeta Isaías.
Conforme avanzaba su
predicación, la figura Jesús se iba haciendo muy controvertida. Las autoridades
religiosas lo consideran blasfemo por el halo mesiánico de sus palabras y
actitudes y su pretensión de poseer dignidad divina; Cuando dice que perdona
los pecados porque tan sólo Dios tiene ese poder (MARCOS, 2, 6); Cuando hace
milagros en sábado diciendo que "el Hijo del hombre es Señor del
sábado" (MATEO, 12, 8) y porque
"Llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose a Sí mismo igual a Dios"
(JUAN, 5, 18).
Después de que se produjo la resurrección de Lázaro, en que Jesús volvió a la vida a este hombre que llevaba
3 días muerto, los Sacerdotes expiden una orden de arresto. Ya no era solo un
peligro 'religioso', Jesús era una amenaza política: "...Si le dejamos que
siga así todos creerán en Él y vendrán los romanos y destruirán nuestro lugar
santo y nuestra nación. Conviene que muera uno sólo por el pueblo y no perezca
toda la nación: Caifás" (JUAN, 1, 47).
El Talmud Babilonio dice que 40 días
antes de la ejecución de Jesús, un pregonero caminó diciendo que debía ser
lapidado por practicar brujería e inducir a la apostasía y que si alguien
quería decir algo en su defensa, podía hacerlo, pero nadie acudió.
A partir de ese momento, Jesús es un
prófugo de la justicia y se esconde con sus discípulos en la aldea de Efraín,
cerca al desierto (JUAN, 11, 54) pero 6 días antes de la Pascua, se van a
Betania donde es aclamado por la multitud. Decide entonces ir a Jerusalén,
quizá pensando que dada la festividad, el Sanedrín no lo arrestaría.
En realidad, esa duda la tenían los
sacerdotes que habían decidido arrestarlo después de la Pascua por lo difícil
de encontrarlo entre la multitud de gente que llegaba en esa fecha a la ciudad
y por temor a una insurrección de sus partidarios. Pero la decisión se
precipitó por la aparición de Judas uno de los discípulos de Jesús.
Algunas versiones dicen que Judas era
Zelote y no estaba conforme con el reino puramente espiritual propuesto por
Jesús y de ahí la idea de entregarlo.
Las autoridades religiosas judías
aprovechan, pues, la presencia de Jesús en Jerusalén para la Pascua y convienen
con Judas la suma de 30 monedas de plata. El apóstol los lleva al Huerto de
Getsemaní donde Jesús pasa la noche con sus discípulos.
En efecto, Jesús después de la Última Cena con los apóstoles -en casa
de un pariente de Marcos, uno de ellos- se marchan a orar y a descansar al
huerto de Getsemaní y allí lo detienen. Los guardias del Sanedrín lo reconocen por una señal: el beso de Judas.
Trasladan a Jesús al foro del Sanedrín para ser interrogado por Anás,
ordenador de su detención y luego es conducido ante Caifás y el propio Sanedrín.
Anás, suegro de Caifás, un Saduceo que
era el Sumo Sacerdote del Sanedrín interroga
a Jesús sobre su doctrina y discípulos para descartar que fuese un grupo oculto
sedicioso. Jesús respondió que siempre había predicado públicamente y nunca en
secreto. Anás entrega entonces a Jesús a Caifás quién convoca para el amanecer
una sesión del Sanedrín.
Comienza así el proceso judicial a
Jesús.
4. Proceso judicial.
Jesús tiene un juicio religioso, a cargo
de Anás y Caifás (Sanedrín) que
tenían el control espiritual de los judíos y otro político por cuenta de Poncio
Pilato, Praefectus del Imperio Romano.
Duplicidad de procesos que no existe en el derecho actual puesto que una
persona no puede ser juzgada dos veces por el mismo delito.
4.1. Juicio religioso.
Según los evangelios, contra Jesús solo
se presentaron testimonios acusatorios pues no hubo testigos a favor, cuyos
alegatos la ley judía aceptaba incluso después de la sentencia y antes de la
ejecución.
Los testimonios acusatorios fueron
desechados porque la ley judía era severa con las declaraciones de los testigos
en cuanto a concordancia de hechos. Así
que Caifás, como último recurso para condenarlo, preguntó a Jesús: "¿Eres
tu el Cristo, Hijo del Bendito?". Jesús asintió porque no podía negar su
pretensión mesiánica.
Era blasfemia. Ilícito penal previsto en
la Torah como ofensa a Dios y cuya pena, sin importar si era natural o extranjero,
era muerte por lapidación.
También lo acusaron de incitar a no
pagar tributo a Roma y al Templo. "Dinos, pues, qué te parece, ¿es lícito
dar tributo al César o no? Jesús respondió:
"Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios" (MATEO,
22, 15).
Ese cargo no prosperó. Tampoco las
acusaciones de mago, profanador del sábado, incitador del pueblo, etc.
El Sanedrín en pleno, según los
evangelios, dicta la sentencia de culpable de blasfemia y por tanto, de pena de
muerte. Era madrugada y el derecho judío no conocía la apelación. Ahora sólo
falta la confirmación del Praefectus romano, Poncio Pilato, autoridad
que tiene jurisdicción sobre la muerte.
Termina aquí el juicio religioso que los
judíos hacen a Jesús. Se ha dicho que este proceso estuvo plagado de
ilegalidades: que los procesos de pena capital debían abrirse alegando
inocencia del reo y no su culpabilidad; que debían hacerse de día; que no se
cumplió con las exigencias y formalidades para los testigos; que no se podía
condenar y ejecutar el mismo día; que la ley hebrea prohibía que una misma
persona fuera juez y acusador; que no hubo votación; que la sentencia no se
escribió ni publicó; que no hubo blasfemia porque la Mishná establecía que el
blasfemo tenía que pronunciar claramente el nombre de Dios, etc.
Sin embargo, ante estas consideraciones
se anota que el Talmud fue escrito en el siglo II d.C. y no hay pruebas exactas
de cómo era un juicio judío en la época del proceso a Jesús. Además, los
documentos sobre las formas que debía seguir el Sanedrín de Jerusalén, desaparecieron.
4.2. Juicio romano.
Los sacerdotes presentan a Jesús ante el
juez romano Pontius Pilatus que pertenecía a la nobleza de segundo grado
romana o equites que exigía el
servicio militar. Había sido nombrado por el emperador Tiberio en el año 26
d.C. como Praefectus Judeae, cargo en el que reúne el máximo poder
político, militar, administrativo y judicial.
Fue descrito por los historiadores Flavio Josefo y Filón como el más
cruel y sanguinario de los representantes de Roma en Judea. El letrero que se puso en la cruz donde se
crucificó a Jesús y que decía la causa de la pena, 'Jesús nazoreo Rey de los Judíos', fue escrito por su puño y letra.
P
Pilato optó por juzgar a Jesús con la
fórmula habitual en las provincias romanas, la cognitio extra ordinem, un
proceso en el que el propio pretor determinaba el procedimiento y él mismo
dictaba sentencia. "Pilato recibe las acusaciones, interroga, se sienta en
el tribunal para dictar sentencia" (Jn 19,13; Mt 27,19) y lo condena a
muerte en la cruz por un delito formal: fue ajusticiado como «rey de los
judíos» según se hizo constar en el titulus crucis.
Poncio Pilato, que residía en Cesárea de
Filipo en Samaria, se encontraba en Jerusalén en su Fortaleza Antonia, por la celebración de la Pascua. También estaba
en Jerusalén, el Rey de los Judíos, Herodes Antipas, Tetrarca de Perea y Galilea,
que residía en Tiberiades y que dependía de los romanos. Era Rey vasallo de
Roma.
Los sacerdotes sabedores que la
blasfemia era un delito religioso no contemplado por Roma, acusan a Jesús ante
Pilato de tres delitos políticos: incitaba a la gente a la revolución, prohibía
pagar tributo a César y afirmaba ser Cristo Rey.
Los dos primeros cargos eran vagos y
falsos pero la afirmación de ser rey podía constituir el delito de crimen
maiestatis, lesa majestad, delito contemplado por la Lex
Iulia de Maiestatis, donde se incluían todos los actos contra el
Emperador como podía ser proclamarse rey.
Por eso, Pilato le preguntó a Jesús si era Rey de los Judíos a lo que
contestó afirmativamente agregando que «mi reino no es de este mundo»
refiriéndose al «reino de Dios», no poniendo en cuestión los poderes políticos
constituidos (JUAN, 18, 33-37).
Pilato no ve delito alguno en Jesús y así
lo dice a los sacerdotes judíos que esperan fuera del palacio, que le responden
que ha alborotado la multitud desde Galilea hasta Jerusalén. Pilato, al
escuchar que es de Galilea, hace una treta procesal y lo envía a Herodes, para
que este lo juzgue, renunciando a su competencia por territorio, evitándose un
juicio peligroso.
Jesús, como todos los galileos, era
súbdito de Herodes Antipas, monarca dispuesto por el emperador Tiberio que
tenía todos los poderes políticos y judiciales en la región de Galilea.
Jesús es presentado ante Herodes que lo
ve como un mago. Lo interroga, le pide hacer sortilegios pero Jesús no musita
palabra. Herodes no lo considera un peligro, sino como un ser burlesco. Al
final, lo vistió de Púrpura, símbolo de la dignidad real y lo devolvió a Pilato
(LUCAS, 23:6-12).
Se cree que Herodes actuó movido por el
arrepentimiento de haber decapitado a Juan El Bautista y no quería cargar con
otra culpa.
Jesús regresa de nuevo donde Poncio
Pilato que tiene la misión central de mantener la Pax Romana y que se veía amenazada con este hombre que decía ser
Rey.
El interrogatorio se hizo en el
Pretorio, en el Palacio de Jerusalén. Fue directo y público ante sus acusadores
y ante el pueblo reunido frente al lugar de juzgamiento. El proceso transcurre
por vía oral y con sujeción al principio de publicidad que se le daba a estos
eventos. Algunos piensan que el juicio se hizo de forma correcta.
En este punto, hay un relato que dice
que Pilato, no encontrando culpa alguna en Jesús, determinó preguntarle al
pueblo a quién prefería para liberar, si a Jesús o a Barrabás, un zelote
acusado de rebelión contra Roma. Aunque los romanos conocían la figura de la
amnistía, sólo el emperador y el senado podían aplicarla. Así que este pasaje
de la historia del proceso de Jesús, no tiene pruebas fehacientes de que haya
sucedido.
Los evangelios dicen que la gente
prefirió que soltaran a Barrabás.
Pilato interroga a Jesús por segunda vez
preguntándole de dónde era, tratando de soslayar su procedencia divina. Ante el
silencio, el Praefectus le recordó que tenía el poder de condenarlo o
dejarlo en libertad. Él respondió que el poder que tenía venía del emperador,
pero también de Dios.
Los tipos de pena en Roma eran crueles y
salvajes. La flagelación y crucifixión eran propias del derecho romano.
En un nuevo intento de liberar a Jesús,
Pilato mandó que lo sometieran a la flagelación romana y dejó que lo ataviaran
de púrpura, le pusieran una corona de espinas, lo golpearan y se mofaran de él.
Para la flagelación había tres
instrumentos. Para los hombres libres se usaban las varas, con los militares,
bastones y con los esclavos, látigos y fustas. La flagelación se usaba como
tormento inquisitivo, como castigo independiente antes de la ejecución capital
o como pena de muerte.
A Jesús lo flagelaron como castigo
independiente. Pilato lo declaró inocente y lo flageló buscando que los
sacerdotes quedarían satisfechos, pero no fue así (LUCAS, 23, 22).
El flagelum consistía en más de 40
latigazos que formaban parte de la condena de la sentencia.
“Pilato siguió buscando cómo ponerlo en
libertad. Pero los judíos gritaron: ‘Si pones en libertad a este, no eres amigo
de César. Todo el que se hace rey habla contra César’” (JUAN, 19, 12.). Este
pasaje de la biblia también se pone en duda por el nacionalismo del que hacían
gala los sacerdotes fariseos.
Pero Pilato no quiso arriesgarse a
provocar al emperador Tiberio y cedió a la presión. Hizo que le trajeran un
recipiente con agua, se lavó las manos delante del pueblo y dijo: «¡Soy
inocente de la sangre de este justo! ¡vosotros tendréis que responder por
ella!”» (SUÁREZ, 1977)
Este hecho es una de las mayores anomalías
del proceso contra Jesús pues era una evidente confesión de prevaricato, al
dictar sentencia injusta a sabiendas, hecho grave para el concepto romano de
justicia.
Aquí hubiera cabido el recurso de la Provocatio,
apelación ante la cancillería imperial y probablemente la sentencia se hubiera
revocado con base en las propia declaración del Praefectus, pero Jesús no era
ciudadano romano, sino extranjero, peregrinus y en la práctica, esa posibilidad
era poca.
Entonces, Pilato dictó sentencia oral: Ibis
ad Crucem. A la cruz irás.
Esta pena estaba reservada para los
sediciosos y los esclavos. Era una muerte humillante, en extremo dolorosa y muy
lenta. Se usaba con amplitud en las provincias romanas y era típico castigo
romano porque los judíos cuando ejecutaban usaban el apedreamiento.
El letrero sobre la cruz, Titulus, INRI
que le pusieron a la cruz de Jesús, era lo mandado por la lex non scriptum
disponía en las ejecuciones de crimina pública para informar al pueblo el
delito o la causa de la condena. En Jesús era el acróstico de 'El Rey de los
Judíos'.
La crucifixión se realizó en el monte
Gólgota en Jerusalén. En el sitio se plantaba un madero vertical, stipes y el reo debía llevar sobre su
espalda el madero transversal llamado patibulum
en el momento de la ejecución. Los crucificados morían por asfixia debido
al peso de su cuerpo sobre la caja torácica.
Dos puntos relevantes sugieren también
que Pilato nunca consideró culpable a Jesús: Los condenados por crimen maiestatis eran crucificados
cabeza abajo, que no fue el caso de Jesús y además su cadáver era arrojado a
una fosa infamia donde era devorado
por animales, lo que tampoco ocurrió, porque el mismo Pilato dio permiso al
sacerdote José de Arimatea para que le diera sepultura.
CONCLUSIONES
La mayor fuente de la existencia de
Jesús y su juicio, es la biblia cuyo carácter es más religioso que histórico.
Para examinar objetivamente el aspecto
jurídico del proceso judicial a Jesús, se necesita material bibliográfico de
varias disciplinas, cosa difícil.
Los
hechos probados sobre Jesús fue su existencia cierta, su bautizo, entre
el 28d.C. y el 35d.C. y su crucifixión, entre el 30 d.C. y el 33 d.C.
Según algunos autores, Jesús murió entre
el 2 y 3 de abril del año 33d.C. A las nueve de la noche fue apresado en el
Huerto de Getsemaní; fue interrogado hasta las 5-6 de la mañana cuando se le
entrega a Pilato y este a Herodes. A las 10:30 de la mañana es condenado a
muerte por el Praefectus romano. Falleció
a las tres de la tarde (CALDERÓN, 2010).
Autores hablan de varias irregularidades
tanto en el juicio judío como en el romano. Por ejemplo que cuando arrestaron a
Jesús, nadie había imputado cargos en su contra, fue después que los sacerdotes
buscaron testigos; que la condena era muerte por lapidación; que la blasfemia
consistía en usar de forma impía el nombre divino o en usurpar el poder o
autoridad que es sólo de Dios y que no hubo prueba de esto; que hubo errores de
procedimiento. En Fin.
Sin embargo, Jesús mismo ratificó ante
el Sanedrín su investidura mesiánica,
por tanto, no eran necesarias las pruebas testimoniales. La confesión en el
derecho antiguo bastaba para una condena.
La sentencia judía se dictó por
unanimidad pero del pequeño Sanedrín
conformado por 23 sacerdotes, no fueron los 71 que fijaba la ley hebrea.
De haber tenido los judíos el derecho de
ius
gladiii es decir, de ejecutar la pena de muerte, habrían lapidado a
Jesús.
La descripción de Poncio Pilato como
persona pusilánime y temeroso no concuerda con el relato histórico de su
carácter violento y agresivo que cometía masacres contra los judíos.
Lo único comprobable aquí es el
prevaricato de Poncio Pilato. En todo caso cuando se atañe únicamente a leyes
estrictas, sin el correctivo de la equidad, se produce la mayor injusticia. Summun
ius, summa iniuria.
Sin embargo, Pilato no podía pasar por
alto que a Jesús se le imputó y confesó, su origen divino y expresa calidad
política como "Rey de los Judíos". Así Jesús hubiera explicado que su
Reino no era de este mundo, la declaración era un peligro para Roma.
Jesús no sólo se atribuyó dignidad real
sino que ejecutó acciones que lo catalogarían como sedicioso.
Así que Roma, representada por el Praefectus
Judeae Poncio Pilato, procesó a
Jesús y lo condenó por la el Crimen Laesae Maiestatis o Perduellio
(Sedición o rebelión), conforme a la Lex Iulia dictada por el emperador
Augusto.
En definitiva, era difícil que un juez
romano entendiera las ideas doctrinarias de lo que planteaba Jesús, incluso,
sus propios discípulos tampoco dedujeron su mensaje.
La pena de muerte por crucifixión
pertenece al derecho penal romano que describía cada punto a seguir. Era un
castigo muy doloroso, perverso y reservada para los estratos mas bajos de la
sociedad como los esclavos y extranjeros subversivos. Al reo se le crucificaba
desnudo.
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